viernes, 27 de mayo de 2011

Tumba de Nebamón



            La arquitectura egipcia pasa por muchas etapas más que nada por la evolución de los métodos funerarios y ajustar el espacio a las condiciones de esos entierros.
            Al principio se hacían sepulcros en mastabas, que eran edificios de una planta rectangular y forma troncopiramidal, hechos con piedra o ladrillo, en las que se enterraban a faraones y altos funcionarios de la corte.
            Más tarde se construyeron las pirámides en las que sólo se enterraba al faraón, aunque siempre acompañados de esclavos y a veces de su (o sus) mujer.
            Por la falta de llanuras alrededor de la ciudad de Tebas se inventó el hipogeo que era un templo junto a la estructura de un edificio funerario, aunque éste era penetrado en los acantilados rocosos a los lados del río Nilo.
Pero en la época del Imperio Nuevo se construyeron, más que nada por la cantidad de robos y la falta de espacio, el templo y la tumba totalmente excavados en el llamado Valle de los Reyes y de las Reinas en la explanada del otro lado del Deir-el-Bahari durante la XVIII dinastía, de donde se saca precisamente esta sección pintada sobre un friso de piedra de la tumba del faraón Nebamón que representa a este hombre cazando acompañado de dos mujeres, también aparecen diversos animales, como pájaros pequeños, mariposas, patos, grullas y un gato inventando agarrar una de las aves.
La escena es de tipo cotidiana, al igual que todas las que solían aparecer en estas tumbas para rememorar las costumbres del difunto.
Una de las mujeres es pequeña en tamaño, está en posición sedente y se representa como criada; mientras que la otra mujer tiene un tocado, ropa propia, objetos y complementos característicos de persona destacada, está de pie y es de menor tamaño que el hombre pero más que la otra mujer; el hombre viste una tela desde la cintura hasta las rodillas y lleva como decoración un pecho amplio y unas pulseras de varios colores, también el pelo está decorado. Los tres están subidos en una barca.
Para crear una perspectiva subjetiva, entre las aves se puede ver superposición, pero no hay sombras, y así crean una suma de visiones.
La gama de colores es cálida y se usaron tonalidades suaves de medias tintas, pero se hicieron los colores naturales.
Los personajes están encajados en un espacio pequeño y muy juntos, de forma desproporcionada. La obra está llena de movimiento tanto en las aves que intentan huir como en el hombre que intenta apresarlas.
Las personas siguen la Versión Rectilínea, la cual sólo se puede observar en relieves y pinturas, es decir, en las obras en dos dimensiones: el ojo y la línea de los hombros se representan de frente, la cabeza, el pecho y las extremidades se ven de perfil, mientras que el torso está en posición de tres cuartos; pero los animales y el paisaje poseen un naturalismo realista bastante conseguido. El faraón cumple la norma de jerarquización representándose con mayor tamaño y es idealizado ya que se le ve joven y fuerte.
Toda la pintura está policromada y se apoya en la escritura a la derecha superior de la imagen.
El arte en este periodo ofrece diversas pinturas y bajorrelieves para decorar las tumbas de los faraones y las personas de alto rango. Las formas de las personas se esterilizan y la sensación de movimiento es mayor, la ropa y los complementos son más detallados. Los colores no son opacos sino que tienen tonos suaves. Los frisos son continuos y están ordenados por pisos para crear escenas.

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